Cigarrillos o El Castillo Doblado

Obra de Cinco actos
Actores:
Miguel
Rosario
Amigo
Clara
Kiosquero
Candelaria
Viviana

Escena Primera.
(Miguel está en la puerta de la casa de la Rosario. Había decidido caerle de golpe a declararse. Rosario está molesta por tal gesto. Ella no puede entender el acto sorpresa ante la estructura de sus cauces).

Rosario: ¿Para que viniste?
Miguel: ¿Cómo para qué vine?
Rosario: Sí, ¿para qué te cruzaste medio Buenos Aires?
Miguel: Para demostrarte que te quiero.
Rosario: ¿Y qué esperas?, ¿serpentinas?, ¿luces de colores?, que yo caiga rendida a tus pies…
Miguel: No sé, sólo tenía que decírtelo.
Rosario: Y ya me lo dijiste.
Miguel: Sí, ya sé, es que…
Rosario: ¿Que qué?. Pelota frita, ¿que me desnude, que te haga pasar? Me gusta otro, tu nombre se olvida, tan fácil… No te entiendo. Te miro una vez, te contesto un saludo y a vos te agarra no sé qué. Estás loco. A tu pulsión deberías hacerle un nudo porque todo lo que tenés no me sirve, y aún peor, todo lo que te sirve no me tiene.
Miguel: No digas tanto para después arrepentirte de menos, sabés. Ya te tocará ser vos la de la galera.
Rosario: No sé quien te asesora, ni me digas quién te manda a toda esta fantochada, pavada de Dios resulta el que te corrompe.
Miguel: Pavada de Diablo tu guionista.
Rosario: Bueno, ¿tenés para el colectivo de vuelta?
Miguel: Sí, traje.
Rosario: Entonces adío. Tengo cosas que hacer. Te agradezco esto de jugarte y todo eso, pero se dio así, no soy yo. El colectivo pasa acá dos cuadras. Después a la derecha, al lado de una florería. Vas a ver el cartel.
(Ella le da la espalda. El camina hasta la parada. Las monedas golpean en su bolsillo. Ella se ha ido).

Miguel (para sí): ¿Quién me manda a mi?. ¿El enemigo?. ¿Ahora me dejan solo fantasmas?. Que andá, que decile lo que pensás, que no te quedes callado, que tenés que ser valiente, y todo para qué, ¿quién me manda a mi?.

Fin de la Primer Escena

Segunda Escena
(El colectivo lo trajo de vuelta. En casa, con Amigo).

Miguel: Hola.
Amigo: Hola.
Miguel: Día de perros.
Amigo: Parece que va a llover.
Miguel: Sí, para torta frita.
Amigo: Vos torta frita, yo me voy con Clara…
Miguel (con cierto impulso de desprecio): Bueno, anda con Clara querés…
Amigo: ¡Eh!, ¿qué carácter?, ¿qué pasa?
Miguel: Pasa que me patearon como un tacho de basura. No a mi sexo,  sino a mis intenciones, mi futuro, todo fue pateado. Ahora no me queda otra que matear un poquito… (Se pone a buscar la yerba, no la encuentra              Miguel: ¿Dónde está la yerba?
Amigo: Al lado de Rica- Rica.
Miguel: ¿No me digas que compraste esa mierda?
Amigo: Esa mierda le da gusto.
Miguel: ¿A qué?
Amigo: A la yerba, zanguango.
Miguel: A vos te dicen que le da gusto el dulce de leche a los ravioles y sos capáz.
Amigo: ¿Así que ingenuo soy yo? ¿Quién anda buscando cielos prestados?
Miguel: Mi infortunio te parece runrún.
Amigo (con cierta indulgencia): No te calentés. Contame, ¿querés?
Miguel: No te digo, la vocecita de andá, la vocecita servidora, y ahora qué, todo mal salió.
Amigo: Y bueno, vendrá otra.
Miguel: Veo que abriste un sobrecito de azúcar, convidame para el mate. A veces, no queda otra que matear y esperar que la tarde regale su última luz.

(Suena el timbre)
Amigo: Mirá, es Clarita, yo me voy, cualquier cosa llamame.
Miguel (impulsivo): ¡Pero qué te voy a llamar si estoy delante tuyo con toda la tristeza a cuesta y te vas!           (Amigo se encuentra en pórtico con Clara)
Amigo: Hola Clara, sí Miguel, muy mal, muy triste.
Clara: ¿Qué le pasó?
Amigo: Problemas con las mujeres. Porque viste como son ustedes, que quieren la Luna y después dicen que extrañan la Tierra.
Clara: No es verdad, nosotras sí queremos la Luna porque queremos mucho más de lo que hay en la Tierra.     Amigo: Dejemos de hablar de él, ¿dónde vamos?
Clara: ¿Ya te olvidaste?, a…                                                                                                                                                                          (Clara y Amigo se pierden)
Fin de la Segunda Escena

Tercer Escena
(Miguel al no ver su paquete de cigarrillos toma un billete de cinco y baja al kiosco. En el Kiosco).

Miguel: Cigarrillos de diez por favor.
Kiosquero: Uno con treinta.
(Mira el billete)
Kiosquero: ¿No tenés más chico?
Miguel: Así son los billetes, para más chico las estampillas.
Kiosquero: Mirá, no tengo cambio.
Miguel: ¿Es una forma indirecta de decirme que vaya al banco y consiga monedas?
Kiosquero: Como adivino no te iría mal.
Miguel: Jodeme. Si entro al banco será para robarlo. Que si voy a dejar de fumar va a ser por tu culpa.
Kiosquero: ¿No te querés llevar unas galletitas así llego?
Miguel: ¿Cuanto valen las galletitas?
Kiosquero: Uno con setenta.
Miguel: ¿Por qué no te cobras de las galletitas?
Kiosquero: ¿Me estás cargando?
Miguel: Tratás de convencerme de que busque cambio, de que te compre de más, y para colmo, ¿el comediante soy yo?
(No se hablan. Cierta densidad gravita el ambiente. Miguel se da vuelta para ver donde consigue cambio).
Fin de la Tercera Escena

Cuarta Escena
(En el bar de al lado del kiosco).

Viviana: Javier es un amor, me regaló un camperita, como la de Laura, solo que está tiene un bordado en las puntas, como se usa…
Candelaria: Si.
Viviana: A Marita se la llevaron borracha a la casa, porque en lo de Javier se emborrachó.
Candelaria: Si
Viviana: Mi novio igual, un caballero, se ofreció a llevarla a la casa.
Candelaria: Si.
Viviana: Lo que daría por ver la cara del padre de Marita, porque parece que está embarazada.
Candelaria: Si.
Viviana: Ella no tiene novio.
Candelaria: Si.
Viviana: Javier es un amor.
Candelaria: Si.
Viviana: Dijo que me va llevar a Europa, a conocer el Congo.
Candelaria: Si.
Viviana (Viendo pasar a Miguel por la ventana): Mirá que parecido ese chico a Tato.
Candelaria: ¿mi ex?
Viviana: Si.
(Miguel nota que lo observan).
Miguel (por lo bajo): Estas, ¿qué me miran?
Viviana: Che, te mira.
Miguel (por lo bajo): ¿Desbordo mala suerte?
Candelaria: Sí, está lindo.

Fin de la Cuarta Escena

Quinta Escena
(Entra Miguel al bar. Se pone delante de ambas).
Miguel: Perdón, vieron como es esto de leer Deepak Chopra y pensar en la causalidad para olvidarse lo que es la compulsión. En fin, no tengo cambio para cigarrillos. Por casualidad, ustedes, monedas ¿no tienen?
Candelaria (empieza a buscar en su cartera): Dejame ver.
Viviana (por lo bajo): Con el dejame ver, no estás diciendo nada. Sé más arriesgada decile: «dejate ver, digo dejame ver». Equivocate, perdonate un error, una mediocridad, eso de «she knows there´s no success like failure/ and that failure´s no success at all».
(Candelaria la golpea a Viviana con el codo).
Candelaria: ¡Qué macana!, no tengo cambio.
Viviana (por lo bajo): Che, convidale de los tuyos. Total, que bese al cigarrillo que te bese a vos.
(Candelaria la vuelve a golpear con el codo).
Candelaria: Si querés te doy de los míos.
Miguel (no sin sorna): Ya que me invitás a sentarme…

Situación. En ese momento las amigas se observan, se define el juego. O la tercera mete una excusa del tamaño de un palacio, o la cortejada siente culpa y no deja que Miguel se siente. O, la última opción, que la libertad suspenda los servicios y ella acepte y él se quede y la amiga entienda al Tao, y se vaya a darse cuenta que Javier la quiere tanto como un aborto.

Posibilidad 1:
Viviana: Mirá Cande, me voy porque dejé las papas en el fuego…
Candelaria: Bueno, mandale saludos a Javier.
Miguel: Tu amiga, la que se va, porque el fuego y las papas…
Candelaria: Sí, (por lo bajo)más te valga que me hagas reír.

Situación. La primera se fue, pero obligó a ser ella la oblación. Entonces el precio es muy alto. La que queda quiere compensarlo. Miguel, inevitablemente, entra en terreno competitivo. No puede ser él. Está en deuda. Cancha embarrada.

Miguel: Ella se fue, va a ser difícil remontar barriletes.
Candelaria: Encima, con este viento…
Miguel (asombrado): Veo que podés hacerlo.
Candelaria: Sólo sucede…

Ok. Sigue el juego.

Posibilidad 2:
Candelaria: Mirá pibe, todo bien, pero estabamos tranquilas

Situación. Más barro. El miedo construye su telaraña. La atracción es detenida por la corrección. No es acá. Tomar las cosas. A punto de irse.

Miguel: ¿Se lo decís a ella, o a mi?
Candelaria: A vos.
Miguel (mirando a Viviana): Perdoná que esté en el medio, me tocó ser las cartas, no el jugador.
Viviana: No es tan difícil. Ella te dice que te vayas.
Miguel: En todo caso, ambas me dicen que me vaya. En fin, ahora que entra agua. Salvavidas, yo me tiro.
Viviana: ¿Chau querés?
Knock out. Fuera de Juego.

Posibilidad 3:
Miguel: Uia, ¿se va?. (Dándole a entender a Viviana) Si pasás por el kiosco decile que tiene que ir a tribunales a declarar como autor indirecto del robo del banco.
Candelaria: ¿?
Miguel: Es que el cretino… salgo con un billete de cinco y me pide que vaya al banco a conseguir cambio. Uno sale de su casa por unos cigarrillos que no queda a más de mitad de cuadra, y en una de esas terminás en una expedición por Nueva México. Que te van llevando, andá al banco, del banco cerrado al mercado, del mercado más lejos a lo la lotería, y así, cuando te querés acordar están en Purmamarca.
Candelaria (con leve entusiasmo): ¿Conocés Purmamarca?
Miguel: Depende. Si sos geóloga no, si sos turista sí.
Candelaria: Soy Candelaria.
Miguel: Y yo Miguel.
Candelaria: A propósito, a Purmamarca fui de mochilera.
Miguel (por lo bajo): ¿Conversar no es ahora un sin sentido? ¿No soy acaso para ella un extraño? ¿Conversar? Estamos dejando de lado el chispazo que nos unió, salimos de órbita. Tendríamos que entrar de nuevo.
Miguel: Vos mochilera, y blair witch suelta. ¡Qué peligro!

Posibilidad uno
Candelaria: ¿Qué?
Miguel: No nada. (Por lo bajo) Primer punto bien, segundo desfasados, no tiene mucho sentido. Tómalo o déjalo.
Miguel: Lo de la bruja, el terror del afuera.
Candelaria: ¿Qué terror?
Miguel: ¿Quién soy yo?
Candelaria: Si vos no lo sabés.
Miguel (por lo bajo): Está segura de quien es ella. Problemas. Se está cerrando el cuadro competitivo. Me deja en lo retrayente. No puedo seguir. Complementar la imagen. Sin confianza… Estás evidenciando algo que ya era. Primero el acto luego la reflexión de ese acto que lo hace palabra. Lógica, libérame del mal de las pasiones.
Miguel: No vamos a correr a tu amiga, ni quisiéramos. Pero al palo que nos hizo trepar en la quermés por la manzana, vos le metés jabón.

Candelaria: Sos un tarado
Miguel: A ver si muevo un poco el espejo, ¿ahora qué ves?
Candelaria: Que sos un tarado.
Miguel: Bueno, te lo regalo, esto es América.
(Miguel se levanta)
Miguel: Si vieras la pista no habrías dudado en volar.
Situación. Retrayente

Posibilidad dos
Candelaira: Truco o dulces.
(Miguel asienta con la cabeza).
Candelaria: ¿Qué te pasa?
Miguel: Estoy andando a caballo.
Candelaria: Y a caballo regalado no se le mira los dientes.
Miguel: Pobre el odontólogo.
Candelaria (bromeando): ¿Qué te pasa con los odontólogos, que mi papá…?
Miguel (disperso): Bueno, ya tendría que venir…
Candelaria: ¿Quién?
Miguel: La Iridiscencia.
Candelaria: ¿Qué?
Miguel: Sí, lo que te digo.
Candelaria: ¿Cómo?
Miguel: Te falta el dónde, el cuándo y sos toda una tal Bennett.
Candelaria: ¿Una Benetton?
Miguel: No, digo que, cigarrillos, fumamos, el fuego, el humo…
Candelaria: Debemos ver el humo, dirás.
Miguel: Algo así.
Candelaria (por lo bajo): No entiendo un pepino. Pero igual, no me siento mal. No estoy para la toalla. ¡Má sí!, le sigo el juego.. (N del A: En ese má si, hay magnetismo, ese má sí, es el gesto de aprobación, solo es «má sí», todo lo demás es comida para ratas).
Candelaria: Y esta, ¿cuándo viene? Porque si hay que esperar mucho me pongo en posición de espera.
(Ella, graciosamente, se cruza de brazos, hace un leve vaivén con la cabeza y tararea un canción de cuna).
Candelaria: Tal vez, si tarareo el tema que le gusta a la iridiscencia se venga más rapidito. No seré una sacerdotiza, pero podemos intentarlo.
Miguel (por lo bajo y con asombro): ¡La pucha!, esta piba baila bien…
Miguel (con tono dulce y riéndose): Callate querés.
Candelaria: ¿Pasa un ángel?
Miguel: Suena el violín.
Candelaria: ¿No era yo que estaba tarareando? (ella canta) La ra li, la ra lá, la ra lí, la ra lá.
Miguel: La misma frecuencia, el mismo tono.
Miguel (por lo bajo): Si no nos emborracharnos van a venir los fantasmas. Porque ahora que nos vio un ángel van a caer estos estúpidos envidiosos fantasmas. Otra vez debemos aumentar en número de orquesta, take it or leave it. Estamos en lo magnético en acto. El salto nos llama. A la fe se ha dicho. A zarpar.
Miguel (con gesto indudable): Tenemos que emborracharnos.
Miguel (por lo bajo): Como en los Misterios de Eleusis, si queremos arribar a lo sagrado debemos llegar limpios de mundo, aunque con rastros de él. En este caso, ella para conmigo, yo para con ella. La unión será el hilo que nos saque luego del laberinto. Vivir para contarlo. Verle la cara al Minotauro. Servir el vino como deshilvanar la madeja.

Posibilidad 1
Candelaria (por lo bajo): ¿Qué quiere hacer este pibe?
Situación. Ella tiene miedo cuando el miedo le señala el escalofrío que produce la anestecia puesta en el pecho del bar segundos antes de la  0peración.      

Candelaria: Ningún borracho.
Situación. Cae, cae, cae el águila.
Candelaria: Que yo no tomo.
Miguel: No es lo que tomés es lo que creas que te produce.
Candelaria: ¿Reducir las vallas?
Miguel: Sí.
Candelaria: ¿Y no podremos así por las nuestras?
Miguel: No nos sale.
Candelaria: Hasta ahora venimos bien.
Miguel: Ya no.
Candelaria: ¿Esto es caer?
Miguel: Esta es la caída diaria.

(Posible cambio de planes).
Candelaria: ¿Y si ahora quiero?
Miguel: No, estás infestada. No se puede pegar el salto si entra en nuestro viaje un sólo escrúpulo.
(Ella se pone triste).
Miguel (por lo bajo): Ofrece su tristeza, está abandonando con lágrimas sus temores. Todavía estamos a tiempo.
Miguel: Cierto que has doblado fuerzas. Que ni faltan los vinos. ¿Sentís mi mano?
(La mano le roza la mejilla).
Candelaria: No es tu mano sino un exorcismo.
Miguel: ¿Taumaturgia?
Candelaria: De eso hablaba.
Miguel: Ahí estamos.
Candelaria: ¿Y este bar?
Miguel: Este bar ya no es sino fondo. No podemos estar mucho tiempo allá. Tenemos que volver.
Candelaria: ¿Es un lugar sacro?
Miguel: ¿No te has descalzado acaso cuando dejaste lágrimas afuera?
Candelaria: Pero si te vas, voy a creer que eres el puente.
Miguel: Solo fui un conductor, pero que seamos uno para el otro puede ser prodigio.
Candelaria: ¿Destino?
Miguel: Consonancia.
Candelaria: Si te vas, voy a extrañarte.
Miguel: No soy yo, es lo que sentiste, no lo que observaste.
Candelaria: ¿Me llamarás?
Miguel: Eso quisiera. Por lo pronto, dame la mano.
(Candelaria le da la mano).
Miguel: Despacio. Con cuidado que todavía hay cenizas de esos fuegos sacros.
Candelaria: Pero si nada hicimos.
Miguel: Todo lo contrario, nos deshicimos.
Candelaria: No exageres.

Posibilidad 2
Miguel: La ofrenda se exhibe.
Candelaria: Por un momento pensé que me ibas a proponer matrimonio.
Miguel: No te llevo al altar ni te estoy llevando a un dormitorio, donde vamos no necesitamos visa.
Candelaria: ¿Y Mastercard?
Miguel: Digo, pasaporte. Mozo dos copas y vino.

(El entusiasmo se renueva. Sube el águila. Llegará el vino y con él el misterio, los fuegos, el tornado).

Miguel: Has dejado entrar a la Iridiscencia, está junto a nosotros. Es ella la que ha pedido el vino, ella quiere tomarnos. Debemos ser bondadosos con ella. Hace falta valor.
Candelaria: Me da miedito.
Miguel: Porque lo asocias a la violación, a la tropelía, pero esto que te digo es el camino dorado. Puesto que el Dorado quedaba para adentro. Españoles brutos, no lo sabían…
Candelaria: Yo te sigo.

Situación. Las copas se vacían, no por ellos, sino a la salud de la iridiscencia. El descenso es suave. «¿Qué te dice?» ( y ella lo mira con amor). «Nada, que haga algo» (y él la mira con deseo). «Algo, ¿cómo qué?» (y ella en la esperanza). «Algo como esto» (un beso el salto, las alas selladas).

Posibilidad uno
Candelaria (por lo bajo): No sé por qué ha sido todo así. No estoy cómoda con mi dar indefenso. Mejor vuelvo a mí.
Miguel: ¿Vas a queres volver a vos?
Candelaria: ¿Por qué lo decís?
Miguel: Porque es el lugar donde te sentís cómoda. Podrías seguir en el golpe, solo si te ofrecieras sin miedo. Noto la dispersión, ergo…
Candelaria: ¿Vos no tenés miedo?
Miguel: Sí, pero sé que si los suspendo contigo, el golpe persiste. Basta con que uno de los dos se niegue y el descenso es ley. Uno tiene que arriesgar, pero el otro tiene que seguirlo, como Orfeo y Eurídice. Ahora que bajaste tendrás que expiar tu descenso. No estás limpia. Tendrás que volver al desierto del mundo. Caminar añorando esta fe. Y luego ofrecerte.
Candelaria (con tristeza): ¿Y vos vas a estar esperándome?
Miguel: Solo si caminás pensando en si voy a estar esperándote, tendrás una nueva ofrenda auténtica.
Candelaria: ¿Y si no estás? ¿Qué será de mí?
Miguel: Entonces seremos otros con otras voces, porque pasar es sin el disfraz. Es dejar lo rubros. Si cuando llegas yo ya no estoy, vos igual has llegado. Y ese premio vale y mucho. Te he enseñado tus fuerzas porque nada que no supieras se te ha revelado. Verme a mí como el creador es reducirte y eso es algo a no permitir.
Candelaria: Gracias… por el fuego.
Miguel: Nada que agradecer. Sucede solamente. Es comunicarse…pero en serio, sin trucos, sólo dulces.

Posibilidad dos
(Los cuerpos bailan. La fe en acto. Sus tonos al paño, castillo y doblado. «Mañana te veo» dijo Miguel. La vio esa noche, brillante como ella, como él, como lo que estaba más allá de ambos. Seguir al pájaro que nunca anida es buena suerte).